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Presentación: Lorenzo Amigo comienza así su artículo: El “cuarto de hora de locura” de Juan XXIII, como calificaba un monseñor romano la decisión del Papa Roncalli de convocar una asamblea de obispos de todo el mundo, se convirtió en un verdadero huracán del Espíritu, capaz de derribar los muros de incomunicación de la Iglesia con el mundo moderno . A cincuenta años de distancia, el Vaticano II se presenta como un acontecimiento que ha posibilitado que la esperanza y el optimismo del evangelio vuelvan a ser actuales. Marcó, a través de sus textos y del espíritu renovador que en ellos latía, el final de una larguísima etapa de oscura cristiandad y sembró el terreno para que la comunidad de los creyentes pudiera inculturarse en una sociedad nueva. El Concilio Vaticano II hizo un inequívoco y explicito reconocimiento de la autonomía de las realidades temporales, afirmó abiertamente los derechos y libertades de las personas y de los pueblos, defendió la libertad religiosa como derecho fundamental e inalienable de la persona…