Presentación: Así inicia su trabajo, Francisco Sales, religioso marianista: Cuando pronunciamos el nombre de la Bienaventurada Virgen María ¿de quién estamos hablando? En primer lugar de una de las nuestras, María de Nazaret, una hija de Adán. Esto no hay que olvidarlo nunca pero, contemporáneamente, tampoco debemos pasar de largo su singularidad en el conjunto de la humanidad: «todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc 1, 48) porque, entre todos nosotros, mujeres y hombres, María es la única «llena de gracia» (Lc 1, 28). Esta originalidad, que consiste en no haber experimentado en su propia piel el poder del pecado, estimula a la teología a tomar una posición de cara a elaborar una antropología cristiana. Los caminos son dos. O se excluye a María de la antropología teológica por ser un caso excepcional (y entonces la excluimos de la especie humana) o bien se la incluye y entonces nos determina la orientación metodológica de la antropología.