Presentación: La práctica pastoral que más marcó el ministerio sacerdotal del padre Vicente fue su dedicación al sacramento de la confesión. Como hemos dicho, pasaba muchas horas en el confesionario, llegando en momentos a tener largas filas de penitentes, siendo esto motivo de noticia en los periódicos locales. Su fama de confesor ya fue reconocida antes de la Guerra Civil, cuando el provincial p. Gordejuela lo caracteriza en el informe de abril de 1935 como “buen sacerdote, con mucho celo, muy piadoso, muy dedicado. […] Es muy estimado como confesor” En la década de los cuarenta, los provinciales padres Marcos Gordejuela y Florentino Fernández y el señor inspector, don Antonio Martínez, informan que “el trabajo en el confesionario es el que le ocupa el mayor tiempo del día”, se ha convertido en “el confesor de la mitad de la ciudad y de la comunidad”. En modo especial, las carmelitas del convento de Cádiz recuerdan que en el confesonario era “muy acogedor y comprensivo con el penitente”; “tenía mucha paciencia” y se mostraba de “carácter templado”; por eso, las hermanas acudían a la confesión “con mucha tranquilidad y confianza”,porque les transmitía “mucha paz interior” y dejaba “mucha paz en el corazón”. Daba a las religiosas consejos que les ayudaban a vivir la vida de comunidad y a llevar los problemas familiares. La comunidad lo tenía por “sacerdote sumamente prudente, en su hablar y en su trato con todas las hermanas del monasterio. Era justo en su trato con todos y no hacía acepciones de personas”.