Presentación: ¿Podemos crear en nuestras comunidades un ecosistema donde las personas puedan crecer, vivir e incluso atraer a otros?. Los animadores, los responsables, tienen que preocuparse de ese famoso ecosistema donde las personas se puedan ser tales y revitalizarse. Para que existan estas comunidades sanas hay que llegar a lo concreto. “La persona que ama su sueño de comunidad más que la real comunidad en si misma destruye la comunidad” (D. Bonhoeffer). La comunidad existe cuando la vivimos concreta y vitalmente y prestamos atención a los diferentes elementos que la integran; en nuestro caso cuando se den las mesas que necesitamos y las usemos debidamente. Vamos a hablar ahora de los momentos fuertes de la vida comunitaria y de los lugares dónde los pasamos y vivimos. Las mesas son el verdadero ecosistema de la vida marianista. Estas mesas serían como el agua, el sol, el fuego, el aire, el alimento y la tierra de las comunidades locales. En torno a ellas se dan los “brotes de olivo” de la vida nueva.